lunes, 14 de enero de 2013

TEBEOS, COMICS Y OTRAS LECTURAS INFANTILES

Mi prima Dori tenía tebeos muy distintos a los míos: yo era de "Tio Vivo", de "Pulgarcito", "DDT", las publicaciones típicas de la editorial Bruguera que mi padre me traía cada domingo junto al cruasán y su periódico. Para mí eran los mejores tebeos del mundo (tampoco conocía otros) de modo que cada fin de semana esperaba con avidez la llegada de un nuevo número.

En verano, cuando iba a pasar las vacaciones a casa de mis tíos, mi prima Dori me prestaba los tebeos que ella había ido acumulando durante el año. En su casa no se compraban ni las mismas publicaciones ni con la misma asiduidad, y el hecho de que fuera algo que yo no conocía convertía aquellas lecturas en un preciado tesoro que a mí me encantaba repasar: a ella le compraban "Don Miki", con una medida mucho más reducida y que tenía personajes como el Tío Gilito, los Apandadores, etc. Me encantaba leer y releer aquellas historietas tan diferentes de las mías, porque mientras los tebeos de mi casa reflejaban en poco o en mucho una sociedad parecida a la nuestra, con personajes más reales, más cercanos a nuestro día a día, "Don Miki" contaba cosas que pasaban muy lejos en el tiempo y el espacio (para empezar, ni siquiera los personajes eran humanos).

Seguramente atrapada por el exotismo y la novedad cuando regresamos a casa aquel verano le pedí que dejara de comprarme los habituales "Zipi y Zape" y "Mortadelo" por el cómic de Disney y, aunque no le acababa de convencer, me lo traía cada semana a regañadientes.

Coincidió que publicaron por aquel entonces una colección de monedas para ilustrar la "Gloria e historia de la dinastía de los patos", una serie que cada semana contaba un episodio de los patos en diferentes secuencias históricas: el antiguo Egipto, Roma, Escocia y el monstruo del Lago Ness... Fue como seguir una telenovela escrita, cada semana esperaba con impaciencia el nuevo capítulo de la saga, y las monedas estuvieron dando tumbos (¡Qué rabia no haber guardado todos estos pequeños tesoros que ahora recuerdo con tanto cariño!) durante muchos años.

Tengo que decir que pronto se me pasó aquella devoción repentina por "Don Miki" y enseguida volví a mi "Pepe Gotera y Otilio", "13 Rue del Percebe" y todos esos personajes tan cotidianos y tan cercanos a mi realidad social (todavía hay en el barrio una tienda que vende patatas que me recuerda al tendero de la finca más divertida de la historia).


Años después paseá a leer "Lily", con las historias de "Esther y su mundo", con aquel guapísimo Juanito que jugaba tan bien a fútbol pero que no se decidía nunca a dar un paso con la pobre chica, y de ahí al "Super Pop" sólo hubo un paso, cuando las hormonas empezaron a revolucionarse y dejé de conformarme con los dibujos.

He vuelto a releer los tebeos infantiles muchos años después, cuando la nostalgia vuelve todo lo que rodea nuestra niñez en algo mágico y maravilloso. Volver a mirar las viñetas de "Carpanta" o "El profesor Tragacanto" me sirve para transportarme a aquellas mañanas de domingo y cruasán con café con leche.



Ya no venden publicaciones semanales para niños, entiendo que por falta de público y creo que es una pena porque con ellas los pequeños de casa se acostumbran a utilizar la lectura en sus momentos de diversión hasta que, sin darse cuenta, la lectura les atrapa para siempre y empiezan a devorar libros sin necesidad de que les acompañen los dibujos. La imagen deja paso a la letra y ya nada vuelve a ser lo mismo: ahí quedan mis tardes interminables con los clásicos de Enid Blyton, sobre todo "Los Cinco" pero también "Las mellizas O'Sullivan" o "Torres de Malory" y, en menor medida, "Puck" de Lisbeth Werner . Creo que ratos tan preciosos como estos merecen una ocasión especial. Otro día será...



Fuente de la imagen 1: http://www.via-news.es
Fuente de la imagen 2: http://pephomar.blogspot.com.es
Fuente de la imagen 3:http://somosochenteros.blogspot.com

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